domingo, 18 de diciembre de 2011

A veces me desdoblo y me digo al oído:

No leeréis aquí una palabra más de guerra ni colmillo retorcido, lo que sí leeréis es una carta de amor, un sincero homenaje a esa otra mujer, esa que sonríe, lucha y sueña por un mundo mejor, que muerde y brega desde su trinchera, que no es la de éstas ni la de aquellas sino -solo- la suya. Esa que pisa con tacones y pide otra ronda, esa que llora a veces, que cae y se levanta. Niña, abrigo y pregunta. Esa que -aún- cree en princesas y en domingos con desayunos en la cama, esa que se siente un poco tonta viendo -estúpidas- comedias románticas y una reina cuando otros ojos le atracan, que se emociona con una canción y también con un bolso, y que no tiene ningún jodido problema con eso. Esa que no es más ni menos, que tiene bastante con ser un poquito. Con ser ella.

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