lunes, 30 de enero de 2012

Más bonitas que ningunas.

Porque por muy oscuro que estea el cielo, las estrellas siempre están encima, solo hay que saber donde mirarlas... Eso es lo que me enseñan día a día, sonrisa a sonrisa. Son, sin lugar a duda, mi felicidad en estado puro, natural. El verdadero motivo por el que hay días en que consigo levantarme de la cama. No me habléis de grandeza si no conocéis cada uno de sus detalles, esos que las hacen ser totalmente especiales ante la multitud, y sobre todo únicas; porque son mis trocitos de todo, los que no se semejan a ningún otro, siento mucho decepcionaros, pero son las mejores y están a mi lado. Tampoco me habléis de infinitos, pues no conocéis las infinitas maneras con las que consiguen hacerte sentir bien, hacerte sentir que están orgullosas de ti, o incluso más que eso. Mucho menos me vengais con cuentos sobre sinceridad u otras realidades, porque si hay alguien que conoce la forma perfecta de ponerla en práctica, son ellas. Es muy fácil tener amigos que te digan lo que quieres escuchar, no sé a vosotros, pero a mi me sobran los dedos de las manos para contar a la gente que de verdad me sepa decir cuando estoy haciendo algo mal, comportandome como una niña, o viendo el fin del mundo en un vaso de agua... Y es que cuando alguien te quiere, basta con mirarle a los ojos para saber que es así. En verdad os digo que sé con quién cuento y sé que no me equivoco al decir que ellas son lo que entiendo yo por 'suerte'.

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